A criação do homem segundo o Livro Eslavo de Henoc

Um trecho do relato da criação do homem, segundo o Livro Eslavo de Henoc.

Este é um apócrifo apocalíptico proveniente da Palestina ou do Egito. Foi escrito por um autor judeu ou judeu-cristão do século I d.C. A língua original era o grego. A versão que temos está em eslavo antigo.

Esta tradução em espanhol está no IV volume, de 1984, p. 177-178, da obra de DIEZ MACHO, A.; PIÑERO, A. (eds.) Apócrifos del Antiguo Testamento I-VI. Madrid: Cristiandad, 1982-2009. A tradução, do original, é de A. de Santos Otero.

Para entender melhor o contexto, confira o meu artigo Apocalíptica: busca de um tempo sem fronteiras. Sobre o Livro Eslavo de Henoc, confira, neste artigo, especialmente aqui.

DIEZ MACHO, A.; PIÑERO, A. (eds.) Apócrifos del Antiguo Testamento I-VI. Madrid: Cristiandad, 1982-2009

El sexto día di órdenes a mi Sabiduría para que creara al hombre, partiendo de siete elementos, a saber: su carne de la tierra, su sangre de rocío y del sol, sus ojos del abismo de los mares, sus huesos de piedra, su pensamiento de la celeridad angélica y de las nubes, sus venas y sus cabellos de hierbas de la tierra, su alma de mi propio espíritu y del viento. Y le doté de siete sentidos: oído en relación con la carne, vista para los ojos, olfato para el alma, tacto para los nervios, gusto para la sangre, consistencia para los huesos y dulzura para el pensamiento. Y me ingenié para que hablara palabras sagaces. Creé al hombre partiendo de la naturaleza visible e invisible, de ambas a la vez, muerte y vida; y la palabra  conoce la imagen lo mismo que a cualquier otra criatura, pequeña en  lo grande y grande en lo pequeño. Y le dejé establecido en la tierra como un segundo ángel, honorable, grande y glorioso. Y le constituí como rey sobre la tierra, teniendo a su disposición un reino gracias a mi Sabiduría. Y entre mis criaturas no había nada parejo a él sobre la tierra. Y le asigné un nombre que consta de cuatro elementos: Oriente, Occidente, Norte y Sur. Y puse a su disposición cuatro estrellas insignes, dándole por nombre Adán. Le doté de libre albedrío y le mostré dos caminos, la luz y las tinieblas. Entonces le dije: “Mira, esto es bueno para ti y aquello malo” (11,57-65).

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